diez mil veces infinito.

Querida yo:
Ya va siendo hora de que madures un poco ¿no te parece? Estoy cansada de verte todas las mañanas con el pelo alocado como la melena salvaje de un león y los ojos de no haber dormido, y que encima te quejes de ellos cuando sabes perfectamente que la culpa, es tuya. Siempre hablando de esto y de aquello a tu aire, haciendote la interesante cuando sabes que en realidad, nadie te escucha. Te pasas el día sentada en el borde de un pozo o en el fondo, entre el agua negra esperando que llegué algún estúpido de más y te tire una cuerda. ¿Y que haces mientras esperas? cantar canciones con esa horrible voz de pájaro ahogado que hace que se nuble hasta el día más soleado, no llegas a los agudos y desafinas los graves, pero sigues en tu mundo chachi como si todo fuera perfecto. Por las noches te vistes de fiesta. Quizás lo que más odio de ti es cuando lloras por estupideces, quizás sea eso o quizás sea cuando le pides a él un beso y sabes que no le apetece dartelo y te haces la tonta guardando las esperanzas en la cajita sucia de las ilusiones perdidas. Me caes mal, me caes horriblemente mal. Eres una cínica y una pesimista. Pero le quieres mucho ¿verdad? Y crees que eso es lo unico que sirve, servirle un te quiero a la hora del desayuno, del almuerzo y de la cena y el pobre se empacha y sale a divertirse a ver que le sirven en la calle. En la calle nadie sirve un te quiero. Quizás deberíamos dejar de ser amigas, pero solo te quedo yo ¿recuerdas? a ver si vas espabilando, que estoy harta de decirte lo que debes hacer y de que tan ingenua me hagas caso. Estúpida de nosotras, que solo somos una y que por tanto, siempre caemos en lo mismo...