domingo, 10 de octubre de 2010

no parar de temblar...

Hay cosas que llegan en medio de un vendaval, justo con el cambio de viento que traen las estaciones, en el preciso instante en que la vida se va volando y hay que correr detrás de ella. Y el pelo queda todo revuelto, la cabeza llena de pájaros, las manos atrapando estrellas en los surcos de una piel dormida. Hay cosas que llegan y te empujan, y subes rozando las nubes, y sueñas tocando el infinito con la mirada. El negro se tiñe de azul, el frío se congela y una ola de calor atraviesa los cuerpos. Y caminas, y sigues porque sabes que todo puede ser aún mejor. Miras el reloj descontando los segundos para volver a ser feliz y dar vueltas como si estuvieses en una noria y no existiera caída libre posible. Hay cosas que convierten las noches de lluvia en magia, no hace falta más que la banda sonora correcta de fondo y un par de palabras que te digan en susurros lo único que necesitas saber. Y es entonces cuando te apetece salir y mojarte de vida, olvidar el paraguas a posta detrás de cualquier portal, que todos sepan que tú has atravesado la atmósfera y todas las demás capas que rodean a la Tierra, que tú tienes la llave que abre los ojos a lo más bonito de la vida. Compartir un viaje en coche, un postre, un roce de manos, un estremecimiento por cada rincón del cuerpo. . Usar pegamento del más fuerte para que nada pueda separarte de eso que has encontrado sin querer, ni de la luz que trae consigo. Olvidar los deseos que pedías a la estrella más brillante del cielo y encontrarlos todos flotando sobre las palmas de tus manos. . No creo que haya nada mejor.

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