domingo, 30 de enero de 2011

cierro los ojos para ver la realidad.

+ Tú te crees el príncipe azul, ¿verdad Step?
- Depende de quién sea esta vez la cenicienta.
[...]
Luego me di cuenta de que la historia se me escapaba, y quise recuperarla por medio de la escritura, pero eso tampoco hizo surgir los recuerdos. Desde hace unos años he dejado de darle vueltas a esta historia. He hecho las paces con ella. Y ha vuelto por sí misma con todo detalle, y tan redonda, cerrada y compuesta que ya no me entristece. Durante mucho tiempo pensé que era una historia muy triste. No es que ahora piense que es alegre. Pero sí pienso que es verdadera y que por eso la cuestión de si es triste o alegre carece de importancia.
En cualquier caso, eso es lo que pienso cuando me viene a la cabeza sin más. Pero cuando me siento herida vuelven a asomar las antiguas heridas, cuando me siento culpable vuelve la culpabilidad de entonces, y en los deseos y las añoranzas de hoy se ocultan el deseo y la añoranza de lo que fue. Los estratos de nuestra vida reposan tan juntos los unos sobre los otros que en lo actual siempre advertimos la presencia de lo antiguo, y no como algo desechado y acabado, sino presente y vívido. Lo comprendo. Pero a veces me parece casi insoportable. Quizá sí escribí la historia para librarme de ella, aunque sé que no puedo.

1 comentario:

David dijo...

Historias de príncipes y princesas. Son verdaderas si de verdad crees en ellas. :)
Un beso!

compartimos universo.