domingo, 28 de noviembre de 2010

faster than the light.

viajábamos a más de tres mil kilómetros por hora y todo lo que había a nuestro alrededor se había diluido como pintura al óleo. no veíamos nada que no fueran nuestros propios poros de la piel, abriéndose de excitación para recibir el aliento que se nos escapaba en cada gemido. era un compás frenético, tétrico, mecánico y dinámico, como si las ruedas de un reloj se fundieran en un abrazo.
el mundo se moría mientras nosotros agotábamos el oxígeno del planeta. mientras nos bebíamos de labio a labio y de verso a verso en cada mirada.
dejé de ser yo. dejé mi cuerpo a un lado y buceé en el tuyo mientras tú hacías lo mismo conmigo. éramos espectros navegando en el amor, volando dentro de nuestros organismos, saboreando cada parte de nuestra alma.
por un momento creí que acabaríamos engullidos y el pu-pum de mi corazón quebró el velocímetro. mientras te mordía el cuello y te arañaba las vértebras, cien mil luciérnagas salieron por mi boca.
y con aquella imagen de revoloteos luminiscentes, nos dormimos extasiados con las sábanas en el suelo y nuestros cuerpos desnudos.

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